domingo, 30 de octubre de 2016

ARTICULO: Arcos, paraiso de pintores.


Arcos, paraiso de pintores.
JESÚS DE LAS CUEVAS
(Tomado de la Revista de Semana Santa de Arcos 1.957)

Es indudable que Arcos -con sus torres entre las nubes y su caserío alzado, casi de milagro, al filo de los dos tajos de su peña -es uno de los mejores y mas sorprendentes paraísos que cabe encontrar para un artista. Concretándonos a la pintura, voy a deciros hoy de la permanente atracción que Arcos ejerce entre los pintores de los m´ñas diversos países del mundo. Y puestos ya a realizar -por imperativo del espacio- una simple referencia de cuantos pintores llegaron, vieron y se llevaron el pueblo en sus dibujos y en sus lienzos, es nuestro deseo figuren en primer lugar los nombres de dos grandes artistas: Don Gustavo Bacarisas y Carlos Sáenz de Tejada. Don Gustavo  -como se le llama por aquí familiarmente- es un amigo fiel y apasionado de Arcos. En muchas ocasiones, su mano de maestro indiscutible que posee -quizá como ninguna otra en España- todos los secretos del color, gozó dándole vida a acuarelas y óleos, donde la luz cae como un prodigio y se respira el aire -este aire casi inaprensible- en una serie de obras inolvidables. (En el recuerdo de quien todo escribe, queda, sobre todo, una acuarela suya del pueblo reflejado en el río, donde no es posible llegar a más en la percepción maravillosa de tonos y de arpegios de luces en el agua).
No queremos tampoco olvidar a su mujer, a Elsa que quiere a Arcos, tanto como su marido -siempre con su block de dibujos donde trotaban, con frecuencia, unos burrillos deliciosos, respecto a la labor de Sáenz de Tejada en homenaje a Arcos, no es posible resumirla en unas lineas. Su serie de grabados sobre el pueblo -el callejón del Perro... etc.- queda como muestra de hasta donde se puede conseguir cuando se dibuja con la finura, con la gracia, con el estilo de ese gran maestro que es Carlos. El testigo de nuestra Semana Santa, muchas veces conoce quizá como nadie nuestros patios. Uno a uno, puede decirse que los tutee. A todos y de continuo habla de los encantos del pueblo, a tal punto que cuenta como uno de sus mas valiosos propagandistas. Como veis, tenemos una deuda inmensa tanto con don Gustavo como con él -que Arcos, estamos seguros- pagará algún día. Mención aparte queremos hacer -antes de proseguir- del señor Bill Riddell, autor de una bellísima colección de vistas de Arcos -maravillosa su acuarela del buitre que vuela con el castillo al fondo- , de don Feliciano Gil Cangas con sus apuntes afortunadísimos- aquel esbozo de Arcos en los sobres, que tanto contribuyó a fomentar nuestro turismo- y de Higinio Capote -tan querido y recordado por todos- cuyo mayor afán, antes de su muerte, era venirse a pintar a Arcos. Los tres, por no estar ya hoy entre nosotros, habrán de figurar también en un lugar de honor. Después, la lista se hará interminable. Verbigracia, la visita de la escuela del Paular, en un verano, hace diez y once años... Irene, Benot -con unos grabados de primerísima fila -Sanvisens, que se lanzó a pintar -amén de otros cuadros grandes, como aquel buenísimo de Boliches-, multitud de tablitas -casi todas hoy, en Arcos- con una destreza y una jugosidad singulares... Y aquel par de paisajes de antología, del profesor, señor Martínez Vázquez: en especial el de la fachada de Santa maría, miniada por el último sol de la tarde.

A continuación, la presencia de la escuela sevillana. Desde Martínez del Cid, Hohenleite -con unos dibujos fantásticos-, Maireles -el pueblo bajo la lluvia, la peña vieja... donde se reveló ya ese gran pintor que lleva dentro Maireles y al cual Arcos se entregó casi enseguida-; Rosario -con una gracia sorprendente para captarle secretos a nuestra cal-, Rodríguez Trujillo, Rodríguez Caba, esplendido en una docena y media de cuadros sobre Arcos, de esos que no se olvidan, como aquel de San Agustín, o aquellos patios de molinos de viga-; a José Luis Maurí, con una nueva e inteligentisima manera de reflejar a Arcos en unos lienzos repletos de insinuaciones y problemas pictóricos resueltos. Por último no quiero se nos queden en el tintero, los nombres de Pepe Vilela, con unas acuarelas muy logradas, o el de aquel gran amigo de todos que es el General Samaniego, con su caballete yu su simpatía a cuestas. Y sobre todo, el nombre de Juan B. Britto, tan gran pintor como escultor y tan gran amante de Arcos. Asimismo-y los he dejado en último lugar a proposito, porque son ya arcenses cien por cien- a Francisco Prieto y a Miguel Castro. Ellos dos son, seguramente, los que más han pintado a Arcos, en docenas y docenas de cuadros. Prieto se viene a Arcos, como quien se viene a su casa, y lo pinta durante horas y horas. (Gracias a su excelente cuadro sobre la vieja plaza de toros, nos queda la descripción exacta de aquel lugar tan típico). Respeto a Miguel Castro -como vive, ahora, aquí y es amigo mío- no quiero excederme en mis elogios. Pero sí se merece también su homenaje porque ha pintado, y muy bien por cierto, inmemorables veces a nuestras calles, -yo creo que sin dejarse ninguna atrás- y a nuestros patios -sin olvidarse tampoco de ninguno. Entre, los extranjeros recuerdo a Colette Braul, su tarjeta donde nos repite su afecto por Arcos, nos llega, puntualmente, cada Navidad, desde un castillo de Francia-; a Ingrid, la joven sueca que pintaba tiernas y suaves acuarelas teñidas de modernidad; a André Massot -la inteligentisima discípula de Matisse- con unos dibujos de finisima, exquisita sensibilidad... y entre ellos, los suecos, los primeros desde su estudio de Angorrilla en pintar a Arcos bajo una forma surrealista y abstracta. Ben Jhonson , Erik Ekman, Gunnar Janser... las nuevas tendencias de la pintura y un Arcos nuevo; no, por ello, menos interesante. Y, luego, franceses como Philippe, como Gabriel Gugés -Arcos al amanecer, con unas figuras llenas de vida -o com Santaner, con unos dibujos de magnifica calidad... Y argentinos como Mallot Llopis, daneses como Hnud Bojer, acuarelas minuciosas yu perfectas de detalles; alemanes como Stefan Von Reriswitz -dibujando sus impresiones de Arcos, en ola fonda, a la luz de unas velas... Y neozelandeses, canadienses, americanos... Pata todos, mi recuerdo y mi disculpa por si mi memoria se olvido de alguno. Y, finalmente, y para otra ocasión, la promesa de insistir sobre Arcos como paraíso de escultores y escritores, donde también -ya lo veréis hay materia para largo. 

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