martes, 28 de junio de 2016

ARCOBRICENSE ILUSTRES. LIBRO DE MIGUEL MANCHEÑO (1892)


Cuando el 1629 José Lobatón Gatica escribía, esto es, servía de amanuense al Licenciado Gamaza para poner medio en romance su conato histórico sobre la de Arcos de la Frontera, toda vez que ni el tiempo de éste, ni quizá sus medios gráficos le permitieran hacerlo, y que a pesar de sus fábulas y de sus anacronismos, es la historia única de aquella ciudad; cuando en esa época sucedería todo esto, digo, no se pensaría seguramente que al cabo de más de doscientos años había de aparecer en Arcos un libro impreso, sin ringorrangos de letrones con rabos, sin mayúsculas como portadas góticas, ni con faltas ortográficas garrafales; si empero con bellezas tantas, con tanta doctrina y verdad histórica, que aquel manuscrito del buen Gatica, hubiera de quedar relegado al lugar de las cosas imposibles.
Y aunque Gamaza nos asegure una y otra vez en las páginas de su historia, "es verdad", o es fecha que he comprobado"; "así lo dice tal o cual autor en esta o en la otra fecha", "Arcos es la antigua romana Virtus Julia, etc." ni aquellas fechas son, ni sus asertos en general, llevan otro camino.
Y bien sabe Dios qué puesto ya en el estribo, quisiera definir y asentar de un modo cierto el nombre, fundación y fundador de mi querida Ciudad de Arcos. Pero ¡ay! si Gamaza no lo supo o no pudo hacerlo doscientos años ¿cómo lo he de hacer yo sin suficiencia y sin que de entonces acá se haya escrito nada que de luz, absolutamente ninguna luz en la historia de esa Ciudad?. Si Masdey y Cebrián; si castro y Fernández Alonso; si el P. Curiel,. y el P. Gago; si el P. Flores y el P. Roa; Plinio, Caro, el itinerario de Antonino, si por último, don Adolfo de Castro y Madrazo, denominan a Arcos, o creen debió nominarse Colonia Arcensis, Virtus Julia, Arcóbriga, Arcos Regina, Colonia Astensium, Hins-Arcos, Turris Reigina; ¿cómo entresacar, como coordinar o separar por sinónimas y verdaderas o por apócrifas e incompatibles unas con otras denominaciones? ¿Como hacer luz donde no existe la menos vislumbre que pueda guiarnos en esas tinieblas?.
Fue desde luego Arcos ciudad importantísima en el convento jurídico de Gades en la época romana; es indudable; pero seguramente menor que la que tuvieron Brana y la gran metrópoli de Carissa Aurelia, hoy despoblado de Carija, pero que demuestra su importancia con sus monedas y medallas, y su extensión y riqueza por sus cimientos y  ruinas. Rara anomalía que se observa en esto; la importancia grande que concede a Arcos la célebre lapida de los barquero de Hispalis (muy discutible) y la que desde luego se da a los ciudadanos de Carissa y a su privilegio de batir moneda.
¿Pero no será Arcóbriga la que señala Estrabon entre Calatayud y Sigüenza, antes bien que la que indica Ptolomeo en el territorio de los Turdetanos?. ¿Donde está la verdad?. Donde está el error? imposible saberlo; dificilísimo investigarlo con probabilidades de acertar. ¿Qué fuerza destructora que nuevo Omar pasó por Arcos que destruyó cuanto de interés existía en sus archivos, que en un punto pudiera atestiguar de su antigua y limpia historia y de su verdadero origen y nombre, que hoy no existe ni el más simple papel que pueda sacarnos de dudas?. ¿A dónde fueron a parar, si es que existieron alguna vez, como debieron existir su fe de bautismo en la antigüedad y su confirmación al ser recuperada por Alfonso X?. Sus actas Capitulares comienzan a fines del siglo XVI y los libros parroquiales muy entrado o mejor dicho más que mediado el XV. Y nada más; esto es todo lo que queda para averiguar los orígenes de Virtus Julia, de Colonia Arcensis. Quedan, si, papeles de antiguos privilegios, papeles de nobleza, de exenciones, cartas pueblas.... y nada más, que es bien poco.
Más adelante los nombres de Adnam y de Kahtam, atestiguan la nobleza de los hijos de Arcos, progenitores aquellos de los Ben-Humeya y éstos de Ben-Hamud, de cuya estirpe procedía el gran Jussuff fundador del califato de Córdoba. Sus puertas y arcos, sus murallas y su castillo, son los monumentos que legaron a la posteridad, en recuerdo de su emporio y de su grandeza y de su valor y pujanza en la batalla del Salado.
La Puerta de Carmona, hoy en ruinas, la de Matrera, la de Belén, bellísima, destruida ésta y aquella abandonada, siempre dirán al viajero y al curioso con irrebatible verdad, "fui árabe, mi nobleza es antigua, mi historia tiene ilustre abolengo".
Salvo una laguna en el diseño hipotético que hago, y llegamos al año de 1468: ¿qué deja en Arcos esa época como recuerdos de su paso?. Ahí están: primero la hermosa y para mi querida Iglesia Parroquial de Santa María de la Asunción, así titulada por don Alonso X al conquistar a Arcos; con sus hermosas naves amplias y de alta bóveda con finas nervaturas; con sus esbeltos pilares de haces unidos, con su bien labrado ábside, su hermoso retablo, sus reliquias, su precioso coro, al que en días solemnes presta armonías dulcísimas el órgano de Rodríguez Muela, y lo más caro para mi, aquella bóveda que bajo sus macizos arcos guarda el polvo de mis antepasados; sus reliquias, sus alhajas y sus ricos antiguos vestuarios, todo en fin de esa hermosa iglesia que generosa me dio maternidad cristiana en su pila bautismal: San Pedro, con su hermoso y bien labrado hastial y su amplia nave cuyo frente cierra el primoroso retablo de 1580: eñ templo de San Miguel con sus reminiscencia de castillo atarazana: los cerros del Tesorillo, la Horca y Aznar que denuncian en sus entrañas y en las escorias de sus tierras la explotación de ricas minas de plomo, carbón y oro: fundaciones como la del Hospital de la Caridad hecha por el Alférez Núñez de Prado, la de huerfanatos, escuelas y patronatos bien dotado, recordando la generosidad de sus fundadores y la opulencia en que la ciudad se hallaba entonces. De aquella fecha datan algunas hermosas capillas de sus iglesias, la mayor parte de las imágenes y óleos de sus altares, algunos de gran mérito artístico, de los cuales a su tiempo espero ocuparme con detenimiento.
Y después de esta época, el tiempo, los trastornos sociales, el abandono y el diferente modo de ser de las actuales sociedades, han creado a Arcos la triste situación en que hoy se halla.
Dejemos esto y vengamos al objetivo de este artículo, del que me he alejado mucho. Empieza la ·Galería" con una carta prólogo o carta misiva, escrita por el ilustre Dr. Thebussen, mi respetado amigo: carta tan donosa, tan bien escrita y con tanta sal como son todos sus escritos; merece ser leída.
A continuación las biografías de los Santos Arcobricenses; Teodoro, Océano, Amiano, Julián, Amador y Salomón: los cuatro primeros, mártires bajo el imperio de Maximiano, sufrieron la mutilación de sus cuerpos con entera energía al confesar la fe de Cristo, para resucitar en Dios; su fiesta el 4 de septiembre. Los dos últimos mártires así mismo celebran su fiesta el 30 de abril y el 13 de marzo.
Sigue después el Sr. Mancheño con las biografías de ciento veinte y un hijo de Arcos, celebres unos por su virtud, otros por sus gloriosos recuerdos, muchos por su saber y todos por la reunión de condiciones y virtudes dignas de estima: un párrafo dedicado a las mujeres de Arcos, y otro al estado de la Ciudad durante la guerra de la Independencia le completan: claro es que en el trayecto histórico que el libro comprende desde el año 150 hasta el de 1870, los hombres y las cosas, los hechos y los lugares, los pasajes y las circunstancias todas, están intima y estrechamente unidas con las vidas de los personajes que se retratan y con las glorias de la historia patria, desde la época romana a nuestros días. Todas interesantes por los memorables hechos con que se relacionan; de lectura fácil y agradable en la que se compaginan la verdad histórica con la dicción castiza y correcta, haciéndose amena una por una las 588 páginas que abrazan el volumen. 

Fuente: El Guadalete - 13 de abril de 1892 - Luis Grandallana.

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