Cuando el 1629 José Lobatón
Gatica escribía, esto es, servía de amanuense al Licenciado Gamaza para poner
medio en romance su conato histórico sobre la de Arcos de la Frontera, toda vez
que ni el tiempo de éste, ni quizá sus medios gráficos le permitieran hacerlo,
y que a pesar de sus fábulas y de sus anacronismos, es la historia única de
aquella ciudad; cuando en esa época sucedería todo esto, digo, no se pensaría
seguramente que al cabo de más de doscientos años había de aparecer en Arcos un
libro impreso, sin ringorrangos de letrones con rabos, sin mayúsculas como
portadas góticas, ni con faltas ortográficas garrafales; si empero con bellezas
tantas, con tanta doctrina y verdad histórica, que aquel manuscrito del buen
Gatica, hubiera de quedar relegado al lugar de las cosas imposibles.
Y aunque Gamaza nos asegure una y
otra vez en las páginas de su historia, "es verdad", o es fecha que
he comprobado"; "así lo dice tal o cual autor en esta o en la otra
fecha", "Arcos es la antigua romana Virtus Julia, etc." ni
aquellas fechas son, ni sus asertos en general, llevan otro camino.
Y bien sabe Dios qué puesto ya en
el estribo, quisiera definir y asentar de un modo cierto el nombre, fundación y
fundador de mi querida Ciudad de Arcos. Pero ¡ay! si Gamaza no lo supo o no
pudo hacerlo doscientos años ¿cómo lo he de hacer yo sin suficiencia y sin que
de entonces acá se haya escrito nada que de luz, absolutamente ninguna luz en
la historia de esa Ciudad?. Si Masdey y Cebrián; si castro y Fernández Alonso;
si el P. Curiel,. y el P. Gago; si el P. Flores y el P. Roa; Plinio, Caro, el
itinerario de Antonino, si por último, don Adolfo de Castro y Madrazo,
denominan a Arcos, o creen debió nominarse Colonia Arcensis, Virtus Julia,
Arcóbriga, Arcos Regina, Colonia Astensium, Hins-Arcos, Turris Reigina; ¿cómo
entresacar, como coordinar o separar por sinónimas y verdaderas o por apócrifas
e incompatibles unas con otras denominaciones? ¿Como hacer luz donde no existe
la menos vislumbre que pueda guiarnos en esas tinieblas?.
Fue desde luego Arcos ciudad importantísima
en el convento jurídico de Gades en la época romana; es indudable; pero
seguramente menor que la que tuvieron Brana y la gran metrópoli de Carissa
Aurelia, hoy despoblado de Carija, pero que demuestra su importancia con sus
monedas y medallas, y su extensión y riqueza por sus cimientos y ruinas. Rara anomalía que se observa en esto;
la importancia grande que concede a Arcos la célebre lapida de los barquero de
Hispalis (muy discutible) y la que desde luego se da a los ciudadanos de
Carissa y a su privilegio de batir moneda.
¿Pero no será Arcóbriga la que
señala Estrabon entre Calatayud y Sigüenza, antes bien que la que indica
Ptolomeo en el territorio de los Turdetanos?. ¿Donde está la verdad?. Donde está
el error? imposible saberlo; dificilísimo investigarlo con probabilidades de
acertar. ¿Qué fuerza destructora que nuevo Omar pasó por Arcos que destruyó
cuanto de interés existía en sus archivos, que en un punto pudiera atestiguar
de su antigua y limpia historia y de su verdadero origen y nombre, que hoy no
existe ni el más simple papel que pueda sacarnos de dudas?. ¿A dónde fueron a
parar, si es que existieron alguna vez, como debieron existir su fe de bautismo
en la antigüedad y su confirmación al ser recuperada por Alfonso X?. Sus actas
Capitulares comienzan a fines del siglo XVI y los libros parroquiales muy
entrado o mejor dicho más que mediado el XV. Y nada más; esto es todo lo que
queda para averiguar los orígenes de Virtus Julia, de Colonia Arcensis. Quedan,
si, papeles de antiguos privilegios, papeles de nobleza, de exenciones, cartas
pueblas.... y nada más, que es bien poco.
Más adelante los nombres de Adnam
y de Kahtam, atestiguan la nobleza de los hijos de Arcos, progenitores aquellos
de los Ben-Humeya y éstos de Ben-Hamud, de cuya estirpe procedía el gran
Jussuff fundador del califato de Córdoba. Sus puertas y arcos, sus murallas y
su castillo, son los monumentos que legaron a la posteridad, en recuerdo de su
emporio y de su grandeza y de su valor y pujanza en la batalla del Salado.
La Puerta de Carmona, hoy en
ruinas, la de Matrera, la de Belén, bellísima, destruida ésta y aquella
abandonada, siempre dirán al viajero y al curioso con irrebatible verdad,
"fui árabe, mi nobleza es antigua, mi historia tiene ilustre
abolengo".
Salvo una laguna en el diseño
hipotético que hago, y llegamos al año de 1468: ¿qué deja en Arcos esa época
como recuerdos de su paso?. Ahí están: primero la hermosa y para mi querida Iglesia
Parroquial de Santa María de la Asunción, así titulada por don Alonso X al
conquistar a Arcos; con sus hermosas naves amplias y de alta bóveda con finas
nervaturas; con sus esbeltos pilares de haces unidos, con su bien labrado ábside,
su hermoso retablo, sus reliquias, su precioso coro, al que en días solemnes
presta armonías dulcísimas el órgano de Rodríguez Muela, y lo más caro para mi,
aquella bóveda que bajo sus macizos arcos guarda el polvo de mis antepasados;
sus reliquias, sus alhajas y sus ricos antiguos vestuarios, todo en fin de esa
hermosa iglesia que generosa me dio maternidad cristiana en su pila bautismal:
San Pedro, con su hermoso y bien labrado hastial y su amplia nave cuyo frente
cierra el primoroso retablo de 1580: eñ templo de San Miguel con sus
reminiscencia de castillo atarazana: los cerros del Tesorillo, la Horca y Aznar
que denuncian en sus entrañas y en las escorias de sus tierras la explotación
de ricas minas de plomo, carbón y oro: fundaciones como la del Hospital de la
Caridad hecha por el Alférez Núñez de Prado, la de huerfanatos, escuelas y
patronatos bien dotado, recordando la generosidad de sus fundadores y la
opulencia en que la ciudad se hallaba entonces. De aquella fecha datan algunas
hermosas capillas de sus iglesias, la mayor parte de las imágenes y óleos de
sus altares, algunos de gran mérito artístico, de los cuales a su tiempo espero
ocuparme con detenimiento.
Y después de esta época, el
tiempo, los trastornos sociales, el abandono y el diferente modo de ser de las
actuales sociedades, han creado a Arcos la triste situación en que hoy se
halla.
Dejemos esto y vengamos al objetivo
de este artículo, del que me he alejado mucho. Empieza la ·Galería" con
una carta prólogo o carta misiva, escrita por el ilustre Dr. Thebussen, mi
respetado amigo: carta tan donosa, tan bien escrita y con tanta sal como son
todos sus escritos; merece ser leída.
A continuación las biografías de
los Santos Arcobricenses; Teodoro, Océano, Amiano, Julián, Amador y Salomón:
los cuatro primeros, mártires bajo el imperio de Maximiano, sufrieron la
mutilación de sus cuerpos con entera energía al confesar la fe de Cristo, para
resucitar en Dios; su fiesta el 4 de septiembre. Los dos últimos mártires así mismo
celebran su fiesta el 30 de abril y el 13 de marzo.
Sigue después el Sr. Mancheño con
las biografías de ciento veinte y un hijo de Arcos, celebres unos por su
virtud, otros por sus gloriosos recuerdos, muchos por su saber y todos por la
reunión de condiciones y virtudes dignas de estima: un párrafo dedicado a las
mujeres de Arcos, y otro al estado de la Ciudad durante la guerra de la
Independencia le completan: claro es que en el trayecto histórico que el libro
comprende desde el año 150 hasta el de 1870, los hombres y las cosas, los
hechos y los lugares, los pasajes y las circunstancias todas, están intima y
estrechamente unidas con las vidas de los personajes que se retratan y con las
glorias de la historia patria, desde la época romana a nuestros días. Todas
interesantes por los memorables hechos con que se relacionan; de lectura fácil
y agradable en la que se compaginan la verdad histórica con la dicción castiza
y correcta, haciéndose amena una por una las 588 páginas que abrazan el volumen.
Fuente: El Guadalete - 13 de
abril de 1892 - Luis Grandallana.
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