Hasta la segunda mitad del siglo
XVIII era costumbre hacer los enterramientos corrientes en las Iglesia, donde
el que podía, tenía su parcela, como ocurre hoy en los cementerios generales. Solamente
cuando las tan frecuentes epidemias de peste, se hacían los enterramiento en el
llamado precisamente de la Peste, en las Nieves, junto a la Mina. Pero a partir
de entonces se comienza a hacer ya de una manera normal en éste y bastante más
tarde, en el actual de San Miguel, en el cerro de la Horca.
Ello requería tener entre el
personal auxiliar de la iglesia, un enterrador y las consiguientes
herramientas, como figuraban en el inventario de 1767: “Una azuela para abrir
las sepulturas, y una palanqueta de hierro para desolar las sepulturas”.
Al ser tantos los enterramientos
que en la iglesia había, el suelo que estaba cubierto con ladrillos, tenía tal
cantidad de lápidas, aunque suponemos habría alguna fosa común, que
prácticamente aquel suelo desaparecía ante el gran numero de éstas.
Que así era, nos lo confirma un
curioso y originalísimo plano de propiedad de enterramientos que aún se
conserva en la Sacristía. No tiene fecha pero analizando despacio y viendo
algunos nombre que contiene, el señalar aún la vieja torre y no la nueva y
actual en la Plaza, la situación de algunas capillas y altares llegamos a la
conclusión que tuvo que ser poco antes de 1.755. En un plano elemental,
sencillo, hecho por quien no teniendo idea del dibujo, de medidas ni escalas,
hace no obstante un esquema de la iglesia, bastante ajustado, a su manera, a la
realidad y en el que hemos contado aproximadamente unas 224 tumbas o parcelas
con sus correspondientes nombres y unas 70 vacías o libres de posesión.
Se puede observar que algunas de
las pocas lápidas que hoy quedan, ya figuraban en él, y otras han sido
sustituidas por nuevos nombres,. Señalamos una, muy interesante, que aunque
enterrado en otro lugar, figuraba en él su enterramiento familiar: la del Dr.
Don Andrés Velázquez, médico famosísimo en Arcos, que curó al Duque de una
grave enfermedad y escribió un tratado sobre la Melancolía, que hoy se conserva
en la Biblioteca Nacional de Madrid, Estaba este enterramiento un poco a la
derecha del centro de la línea que une las dos columnas de embocadura a la
Capilla Mayor.
En el nuevo y definitivo enlosado
que se hizo en 1.885 con losas de mármol y que hoy disfrutamos, desaparecieron
la mayoría de las lápidas.
Estas fueron algunas de las
lápidas que se pusieron:
-
María Fernández de Valdespino, 2 de marzo de
1776
-
Leonor María, 31 de diciembre de 1765
-
Alonso Fernández de Valdespino Salgado de
Castro, 26 de julio de 1767
-
Alonso Nicolás Fernández de Valdespino.
-
María Blasina Bueno y Guillén, 12 de junio de
1791.
-
Nicolas González Caballero, 11 de octubre de
1748.
-
Cristóbal Galán Retamares, 10 de octubre de
1789.
-
María Girón Vida de Cristóbal Galán, 3 de agosto
de 1789.
-
Juan Antonio López Toñajeros y Andino, Marqués
de Torresoto, 7 de octubre de 1780.
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