Uno de los primeros testimonios
sobre el mito de la molinera nos lo proporciona Agustín Durán en el segundo
tomo de su Romancero (1849-1851) quien incluye un cuento vulgar hecho en
romance bajo el título de "El molinero de Arcos". Este cuento-romance
de carácter costumbrista tuvo como antecedente un pliego suelto u hoja
volandera que tanto gustaron en los siglos precedentes. Posteriormente Pedro
Antonio de Alarcón publica su relato en 1874, quizás el más conocido de todos
ellos, pero no el más interesante, ya que el escritor nos presenta una obra
paternalista y un tanto maniquea basada en el adoctrinamiento moral.
En los primeros años del siglo XX
se acuñan una serie de composiciones que toman como referencia la historia del
corregidor y la molinera, obras de carácter teatral y musical que sirven para
comprender las estructuras formales sobre las que este mito, el de las mujeres
insatisfechas, ha ido evolucionando.
Manuel de Falla junto a Gregorio
y María Martínez Sierra estrenan en 1917, El corregidor y la molinera, una
farsa mímica o pantomima que toma como referencia la obra de Alarcón , del
texto publicado por Durán así como de los pliegos que se dieron a conocer por
distintos estudiosos de la literatura de cordel. Curiosamente en el verano de
1916 el famoso empresario de los Ballets Rusos, Diaguilev, había propuesto al
músico gaditano que compusiera una serie de piezas sobre esta historia, quién
ya tuvo un antecedente en la adaptación operística que llevó a cabo Hugo Wolf
con su obra, Der corregidor.
La obra de se compuso como ballet
y se estrenó en Londres en 1919, con escenografía de Picasso, bajo el título de
El sombrero de tres picos o El tricornio, cuya trama argumental se ve afectada
por la distancia marcada con respecto a la obra alarconiana.
Lo que en principio se concibió
como una novelita costumbrista, gracias a las recreaciones músico-teatrales,
desarrolló aspectos dramáticos que no aparecían originalmente.
Una de las mejores recreaciones
del mito de la molinera nos la ofreció el asturiano Alejandro Casona en 1947,
quien declaró haberse inspirado directamente de la obra de Pedro A. de Alarcón,
así como de aquellos romancillos, jácaras, canciones y proverbios que daban
cuenta de esta "relación tradicional". Casona recupera el naturalismo
del relato tradicional, descartando el adulterio consumado, elevando a estas
dos mujeres, Frasquita y Mercedes -la molinera y la mujer del corregidor- a
heroínas . Dos mujeres que se siente ultrajadas por el comportamiento inmaduro
e ingenuo de sus respectivos maridos, cuya solidaridad y por ende su
complicidad evita el engaño.
Casona evita elementos que
considera accesorios en la historia original, desplaza el adulterio como eje
central de la historia. Mantiene una actitud higiénica extirpando el
determinismo social de estas dos mujeres, pasa por alto esta actitud
providencialista propia de los primeros textos y resalta en ellas su
inteligencia y su virtud solidaria a la hora de alterar las jerarquías
maritales por mor de soluciones justas.
Casona falleció en 1965, alentado
por una premonición de la muerte que es la voz de la sangre, había regresado a
España dos años antes después de veinticuatro años de exilio.
Esta nueva edición de la obra de
Alejandro Casona ha estado auspiciada por el Ayuntamiento de Arcos de la Frontera
bajo la atenta mirada de María Jesús Ruiz Fernández quien además de encargarse
de la edición ha conseguido que este autor y su obra hayan copado parte de
nuestro corazón literario. Obra excepcionalmente presentada ya que gracias a la
colaboración y generosidad de Luis Miguel Rodríguez, heredero de Casona, este
ejemplar se ve acompañado por ilustraciones de la escenografía y figurines
originales del estreno de 1947 en Buenos Aires.
La introducción de la profesora
de Literatura Española de la UCA plantea interrogantes sumamente relevantes que
nos invitan a una continua reflexión sobre el papel de la mujer en las
sociedades patriarcales de carácter tradicional y el vinculo del autor con la
cultura popular, destacando la veneración que profesaba el escritor de Besullo
por la dramaturgia clásica, de la que Lope es una de sus principales fuentes,
que como solera trasegada sirvió de añada para sus recreaciones sobre la
materia tradicional.
Enhorabuena a María Jesús Ruíz
por rescatar joyas como estas que demuestran la pervivencia en nuestro teatro
contemporáneo de un gran poso de cultura tradicional.
Fuente: Diario de Cádiz - Manuel
Naranjo - 17.10.2008
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