sábado, 25 de junio de 2016

AZORÍN ESCRIBE SOBRE ARCOS. (1906)


¿Y no hemos llegado también hasta Arcos de la Frontera, esta noble y vetusta ciudad, puesta en el pico de una montaña, por cuyas faldas corre el Guadalete trágico?. ¿No tiene esta bella, maravillosa ciudad unas callejuelas empinadas, retorcidas, por las que es preciso discurrir agarrados a unos pasamanos que hay en las paredes?. ¿Y no hay en esta vieja ciudad una pequeña y limpia fonda, con un blanco pañizuelo enladrillado de rojo?. ¿Y no van y vienen por las dependencias de esta grata fondita, cantando y riendo, Lola y Carmen, con sus claveles bermejos en el ébano de sus cabellos?.


Todo esto lo hemos recordado también nosotros. Se trata de remediar con paliativos la honda crisis de esta tierra incomparable. Nosotros hemos visto en aquellas ciudades y aquellos campos a la multitud de los labriegos, pálidos, exangües, extenuados, pereciendo de inanición y de tuberculosis. Y nosotros pensábamos, en tanto que oíamos al señor ministro de Fomento, que tal angustia no se hará desaparecer con remedios ocasionales, inconscientes, sino con labor larga, intensa, reflexiva, desinteresada y patriótica; haciendo que corra el agua por todas las partes y que todas las tierras llecas den su flor y su fruto.

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