martes, 7 de junio de 2016

Basílica Menor de Santa María – Lapidas Mortuorias. (Siglo XVIII)

Hasta la segunda mitad del siglo XVIII era costumbre hacer los enterramientos corrientes en las Iglesia, donde el que podía, tenía su parcela, como ocurre hoy en los cementerios generales. Solamente cuando las tan frecuentes epidemias de peste, se hacían los enterramiento en el llamado precisamente de la Peste, en las Nieves, junto a la Mina. Pero a partir de entonces se comienza a hacer ya de una manera normal en éste y bastante más tarde, en el actual de San Miguel, en el cerro de la Horca.
Ello requería tener entre el personal auxiliar de la iglesia, un enterrador y las consiguientes herramientas, como figuraban en el inventario de 1767: “Una azuela para abrir las sepulturas, y una palanqueta de hierro para desolar las sepulturas”.
Al ser tantos los enterramientos que en la iglesia había, el suelo que estaba cubierto con ladrillos, tenía tal cantidad de lápidas, aunque suponemos habría alguna fosa común, que prácticamente aquel suelo desaparecía ante el gran numero de éstas.
Que así era, nos lo confirma un curioso y originalísimo plano de propiedad de enterramientos que aún se conserva en la Sacristía. No tiene fecha pero analizando despacio y viendo algunos nombre que contiene, el señalar aún la vieja torre y no la nueva y actual en la Plaza, la situación de algunas capillas y altares llegamos a la conclusión que tuvo que ser poco antes de 1.755. En un plano elemental, sencillo, hecho por quien no teniendo idea del dibujo, de medidas ni escalas, hace no obstante un esquema de la iglesia, bastante ajustado, a su manera, a la realidad y en el que hemos contado aproximadamente unas 224 tumbas o parcelas con sus correspondientes nombres y unas 70 vacías o libres de posesión.
Se puede observar que algunas de las pocas lápidas que hoy quedan, ya figuraban en él, y otras han sido sustituidas por nuevos nombres,. Señalamos una, muy interesante, que aunque enterrado en otro lugar, figuraba en él su enterramiento familiar: la del Dr. Don Andrés Velázquez, médico famosísimo en Arcos, que curó al Duque de una grave enfermedad y escribió un tratado sobre la Melancolía, que hoy se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, Estaba este enterramiento un poco a la derecha del centro de la línea que une las dos columnas de embocadura a la Capilla Mayor.
En el nuevo y definitivo enlosado que se hizo en 1.885 con losas de mármol y que hoy disfrutamos, desaparecieron la mayoría de las lápidas.
Estas fueron algunas de las lápidas que se pusieron:
-        María Fernández de Valdespino, 2 de marzo de 1776
-        Leonor María, 31 de diciembre de 1765
-        Alonso Fernández de Valdespino Salgado de Castro, 26 de julio de 1767
-        Alonso Nicolás Fernández de Valdespino.
-        María Blasina Bueno y Guillén, 12 de junio de 1791.
-        Nicolas González Caballero, 11 de octubre de 1748.
-        Cristóbal Galán Retamares, 10 de octubre de 1789.
-        María Girón Vida de Cristóbal Galán, 3 de agosto de 1789.

-        Juan Antonio López Toñajeros y Andino, Marqués de Torresoto, 7 de octubre de 1780.

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