miércoles, 1 de junio de 2016

ARTICULO: La molinera de Arcos (2008)


Uno de los primeros testimonios sobre el mito de la molinera nos lo proporciona Agustín Durán en el segundo tomo de su Romancero (1849-1851) quien incluye un cuento vulgar hecho en romance bajo el título de "El molinero de Arcos". Este cuento-romance de carácter costumbrista tuvo como antecedente un pliego suelto u hoja volandera que tanto gustaron en los siglos precedentes. Posteriormente Pedro Antonio de Alarcón publica su relato en 1874, quizás el más conocido de todos ellos, pero no el más interesante, ya que el escritor nos presenta una obra paternalista y un tanto maniquea basada en el adoctrinamiento moral.

En los primeros años del siglo XX se acuñan una serie de composiciones que toman como referencia la historia del corregidor y la molinera, obras de carácter teatral y musical que sirven para comprender las estructuras formales sobre las que este mito, el de las mujeres insatisfechas, ha ido evolucionando.
Manuel de Falla junto a Gregorio y María Martínez Sierra estrenan en 1917, El corregidor y la molinera, una farsa mímica o pantomima que toma como referencia la obra de Alarcón , del texto publicado por Durán así como de los pliegos que se dieron a conocer por distintos estudiosos de la literatura de cordel. Curiosamente en el verano de 1916 el famoso empresario de los Ballets Rusos, Diaguilev, había propuesto al músico gaditano que compusiera una serie de piezas sobre esta historia, quién ya tuvo un antecedente en la adaptación operística que llevó a cabo Hugo Wolf con su obra, Der corregidor.
La obra de se compuso como ballet y se estrenó en Londres en 1919, con escenografía de Picasso, bajo el título de El sombrero de tres picos o El tricornio, cuya trama argumental se ve afectada por la distancia marcada con respecto a la obra alarconiana.
Lo que en principio se concibió como una novelita costumbrista, gracias a las recreaciones músico-teatrales, desarrolló aspectos dramáticos que no aparecían originalmente.
Una de las mejores recreaciones del mito de la molinera nos la ofreció el asturiano Alejandro Casona en 1947, quien declaró haberse inspirado directamente de la obra de Pedro A. de Alarcón, así como de aquellos romancillos, jácaras, canciones y proverbios que daban cuenta de esta "relación tradicional". Casona recupera el naturalismo del relato tradicional, descartando el adulterio consumado, elevando a estas dos mujeres, Frasquita y Mercedes -la molinera y la mujer del corregidor- a heroínas . Dos mujeres que se siente ultrajadas por el comportamiento inmaduro e ingenuo de sus respectivos maridos, cuya solidaridad y por ende su complicidad evita el engaño.
Casona evita elementos que considera accesorios en la historia original, desplaza el adulterio como eje central de la historia. Mantiene una actitud higiénica extirpando el determinismo social de estas dos mujeres, pasa por alto esta actitud providencialista propia de los primeros textos y resalta en ellas su inteligencia y su virtud solidaria a la hora de alterar las jerarquías maritales por mor de soluciones justas.
Casona falleció en 1965, alentado por una premonición de la muerte que es la voz de la sangre, había regresado a España dos años antes después de veinticuatro años de exilio.
Esta nueva edición de la obra de Alejandro Casona ha estado auspiciada por el Ayuntamiento de Arcos de la Frontera bajo la atenta mirada de María Jesús Ruiz Fernández quien además de encargarse de la edición ha conseguido que este autor y su obra hayan copado parte de nuestro corazón literario. Obra excepcionalmente presentada ya que gracias a la colaboración y generosidad de Luis Miguel Rodríguez, heredero de Casona, este ejemplar se ve acompañado por ilustraciones de la escenografía y figurines originales del estreno de 1947 en Buenos Aires.
La introducción de la profesora de Literatura Española de la UCA plantea interrogantes sumamente relevantes que nos invitan a una continua reflexión sobre el papel de la mujer en las sociedades patriarcales de carácter tradicional y el vinculo del autor con la cultura popular, destacando la veneración que profesaba el escritor de Besullo por la dramaturgia clásica, de la que Lope es una de sus principales fuentes, que como solera trasegada sirvió de añada para sus recreaciones sobre la materia tradicional.
Enhorabuena a María Jesús Ruíz por rescatar joyas como estas que demuestran la pervivencia en nuestro teatro contemporáneo de un gran poso de cultura tradicional.


Fuente: Diario de Cádiz - Manuel Naranjo - 17.10.2008

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