La Cuaresma nos invita al
recogimiento y ejercicios de penitencia. La iglesia prescribe el rezo litúrgico
del Miserere, con sus versículos de invocación de perdón a Dios. Salmo este
eminentemente penitencial. Se rememoran y se añoran celebradas partituras que
han gozado de fama entre los aficionados y el pueblo: Córdoba, el de Gómez Navarro:
Granada y Cádiz, el de Palacios; Burgos, el de Barrera; Valencia, los de Comes
y Pastor; Toledo, el de Ugalde; Tolosa, el de Gorriti, etc. cada Catedral, cada
pueblo, se ufanaba de poseer el propio, el suyo, que emocionó a varias
generaciones. Queda en pie el Eslava, se Sevilla, próximo a celebrar el siglo y
medio.
Llegan a nuestras manos la
partitura manuscrita del "Gran Miserere de Eslava, para canto y piano,
propiedad de don Francisco González", compuesto para Arcos de la Frontera.
La obra, según nos informan, era ejecutada con los honores a que es acreedora.
"Yo cantaba de tiple",
nos dice un ilustre médico, hoy residente en Sevilla "Del bajo solista se
encargaba el padre de dos hermanos, admirados escritores, asiduos colaboradores
de ABC".
Conocemos cinco
"Miserere" de Eslava, dos de la Catedral de Sevilla, el de Jerez de
la Frontera, uno de los varios que escribió en Madrid y este de Arcos. Nos es
desconocido el compuesto para Utrera. El de Sevilla debió de repercutir mucho
en el prestigio del insigne maestro navarro. Llovérosle encargos del salmo davídico.
Este de Arcos de la Frontera, por
su factura y estilo, parece ser escrito durante su residencia en Madrid. Nos
hemos podido averiguar la fecha de la composición. De menos pretensiones que el
de Sevilla, su influencia es notoria. Escrito para cuatro voces y solistas;
evita la división de los coros.
En el "Christus Factus",
después de breve introducción, entran las voces de hombre, en estilo de grave
seriedad, cediendo al triple solista un pasaje a solo, para reaparecer el
fragmento primero. Unas imitaciones sucesivas en las voces conducen al tema
primero, esta vez en todo mayor, con el que finaliza el trozo.
El versículo del
"Miserere" se desenvuelve en do menor y mi bemos, con algunas
excursiones atonalidades vecinas. Los solistas principales son el tiple y el
tenor. El corom de gran solemnidad.
Al "Amplius" le precede
larga preparación orquestal. Solo de tiple, sin intervención alguna del coro;
tesitura muy aguda. Su anatología con el de Sevilla es manifiesta, hasta en la
fermatas, encomendada aquí a un instrumento, tal vez el clarinete. Requiere un
tiple de grandes facultades laríngueas, "Tibi Soli", trozo coral, interrumpido
por un dúo de tenor y bajo solista. "Ecce enim", solo de contralto,
en tesitura por cómoda. Puede ser interpretado por un tenor. "Auditui
Meo", versículo de alegre movilidad rítmica en la orquesta. En la parte
coral. el tiple y el bajo solistas participan muy lucidamente.
"Cor Mundum", solo de
tenor, de gran aliento y sentimiento canoros. El texto se haya repetido
excesivamente. "Redde Mini", dúo de tiple y contralto, en que
simultanean y dialogan sobre un motivo de fácil contorno melódico. Está muy
lejos de poseer la gracia y enjundia del delicioso dúo de tiples de Sevilla.
"Liberame"
-"liverame" que dice la partitura, contable de empaque digno de un
aria de la "Favorita", de Donizetti, o "II Puritani", de
Bellini, campea durante la primera parte un melódico muy de la época.
En el "Exultavit" acelera
el movimiento a modo de cabaletto, imprimiendo al texto bravura muy en
consonancia con su significado literal. Al bajo se le brinda ocasión de emular
los lauros del prior y de lor Walton de las óperas citadas, sin sus riesgos
escénicos. "Quoniam", trozo iniciado con garbo por la orquesta, tal
vez un recuerdo del de Sevilla escrito en la misma tonalidad. El coro entra en
fuerte y vibrante unisonó. Hay en él fortaleza y empuje. Interponerse un
"fugato", y el versículo finaliza con unos "non",
"non" de pétrea decisión que harían temblar las robustas columnas del
templo prioral. Sin duda alguna, para el pueblo de Arcos fuera este trozo el
que mantendría durante el año el sagrado fuego de un filarmonismo misereriano.
Es de gran efecto y de casi bélica pujanza.
"Begigne" también aquí la
inspiración del músico vira hacia el compuesto para la catedral hispalense. Dúo
de temor y bajo. Melodía agradable, en la que las voces se contrapuntan
ingeniosamente. Terminan ambas sin la posible aventura desagradable del famoso
"do" que corona el de su hermano de Sevilla.
Vigoroso y enérgico el "Tune
imponent", que clausura la obra. La orquesta colorea la compacta masa
coral con dibujos y escalas cromáticas. Introduce un tema de fuga, tras el que
los fragmentos corales primeros -muy del maestro- rubrican brillantemente el
salmo davídico.
El pueblo de Arcos de la frontera
ignora, acaso que "Ii Pietro il Crudele", "Il solitario" y
"Las treguas de Tolemaida" pasaron por este mundo efímera y
meteóricamente, pero el "Miserere" escrito para él arraigó en su
corazón con honda y fuerte vitalidad.
Fuente: ABC Sevilla - 31 de marzo
de 1954 - Norberto Almandoz.
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