Estos dos jóvenes poetas, hermanos
y andaluces, vinculan con amor sus vidas a la antigua geografía terminal
nuestra, allí por donde un tiempo corrió la marca del Islam -Arcos de la
Frontera-. Comunicados con el mundo más inquieto de las nuevas concepciones
poéticas, se resguardan, no obstante, en su rincón como una recta matriz
confortadora para el equilibrio del espíritu y la armonía de una obra que se inicia
con los mejores auspicios. Carlos y Antonio Murciano han logrado ya, creemos,
algo bien difícil siempre, y más difícil todavía en nuestro momento. Han ganado
el primer escalón de la batalla por la gloria, acusándose con perfil y gesto
personal en medio de unas promociones poéticas de concurrencia asombrosamente multitudinaria.
Se escriben muchísimos versos. Se
escribe torrencialmente poesía. ¿Cómo explicarse, Dios mío, este curioso
fenómeno vocacional entre los hombres de la era atómica?. Ello es en hecho, a
cualquiera luz que se mire, perfectamente desinteresado y noble. Pero esta
especifica eclosión de espíritu se produce en el dominio de la estética como un
caso de sugestión colectiva en torno a uno, dos, tres centro de atracción que
alucinan a la gente joven. Muy legitima, ciertamente, la existencia de esos
"centros". La consecuencia, en cambio, para los incluidos es de un mimetismo
desolador y algo como una "impersonalidad" de nebulosa. Y hay que
decir en este lugar que perpetraron atroces daños en la inocencia maleable
quienes hayan proclamado la total irracionalidad de una poesía premeditadamente
a tectónica -sin pararse en distinguir los grados de concepción y expresión o
exteriorización de ella- obsequiándonos, entre tanto, con redondilla
pintureras, si a mano viene...
Carlos y Antonio Murciano, poetas
muy jóvenes, muy modernos, eso si, saben muy bien que sobre las aguas oscuras
de todos los Génesis de la inspiración, flota el espíritu, clamando por la
arcilla donde moldearse. Ellos, inspirados, pero formados y conformados,
lograron ya su propia corporeidad y su música.
"Los ángeles del vino de Jerez",
poema en sonetos, galardonado en la Fiesta de la vendimia, empiezan por
evocarnos con su titulo todo lo etéreo y volátil de las esencias de los famosos
caldos. Ángeles de las bodegas. Antes de 1948 ya nosotros escribíamos:
"Jerez, holocausto en aras
de vendimias torrenciales,
en carne vida, pisándote,
el jocundo, heroico bailan
rigodón de los lagares·.
Los versos de Carlos y Antonio se bañan en una atmosfera límpida, y sus
contornos son netos. Pero la materia primera de ellos, viva, irreductible, se traduce
bajo formas tan espiritualizadas que envuelven en un mismo tiempo uno o varios
valores, sobrepuestos y fundidos. A la causa de estas formas pensamos un poco
en una estructura contrapuritistica, ideal. Un buen poema, en suma, en donde,
como ha escrito Jesús de las Cuevas, "se recitan vinos endecasílabos y se
bene versos amontillados".
Fuente: ABC Sevilla - 26 de mayo
de 1954 - Rafael Laffon.
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