Imagino cuánto disfrutarían
los viajeros románticos al aproximarse al serrano pueblo de Arcos. Sólo con la
contemplación de su entorno y la majestuosidad de su castillo allá encima de la
peña debió ser por aquellos tiempos un
auténtico espectáculo.
Ya
desde nuestra juventud Arcos nos sobrecogía. Tenía para nosotros una magia que
nos llevaba a visitarlo, realizando frecuentes excursiones en los medios que
podíamos por entonces.
Arcos
nos llenaba de entusiasmo por la belleza de su sierra, su lago, sus pantanos.
ya en el pueblo por sus innumerables callejas jalonadas por los grandes
sillares de sus monumentos.
Ahora
Arcos nos sobrecoge por su arte. Entre las ofertas que tiene la provincia de
Cádiz, el pueblo de Arcos puede estar orgulloso de contar con una de las más
importantes colecciones de pintura antigua. Importancia en cuanto a su factura
y belleza pero sobre todo, por la densidad de obras de arte que en la iglesia
de Santa María de Arcos de la Frontera existe. Esta iglesia alberga para mi
gusto la mejor colección de pintura religiosa que en nuestra comarca pueda
contemplarse en cuanto al numero de obras por metro cuadrado.
Este
aspecto de nuestro cercano y querido pueblo de Arcos no es apenas conocido y
por tanto, muchas veces pasado por alto por sus visitantes, los que disfrutan
del pintoresco enclave, sus calles, su gastronomía y sus hermosas casas
blasonadas cuyas fachadas porticadas de cantería se abren al visitante para
ofrecer la visión de hermosos patios con logias de airosos arcos sostenidos por
columnas de mármol o piedra. Casas que en el barrio alto se suceden para
mostrarnos el esplendor de una de las historias más importantes de nuestra
provincia.
Arcos
es un alminar desde el que el absorto forastero admira un paisaje histórico y
natural único, el visitante puede después continuar con la contemplación del
interior de la Iglesia de Santa María de Arcos de cuyas paredes penden telas y
tablas en magnifico estado de conservación. Además de los retablos y esculturas
son de admirar los soberbios óleos como
el de la Virgen de la Leche, obra de primera calidad del siglo XVI de gran
empaque y sobresaliente ejecución. O aquella otra pieza cumbre que sobrecoge a
todo aquel que se adentra en la sacristía y contempla a la Virgen con el niño
en los brazos, obra de la paleta del gran maestro Alonso Cano. Cuando los
conocimientos del arte de la pintura, color, dibujo, anatomía, perspectiva,
claros oscuros y demás recursos y técnicas estilísticas están recogidos y
resueltos con la absoluta maestría que en esta obra se puede observar, estamos
hablando de un auténtico maestro.
El
conjunto como decimos de esta Iglesia es muy interesante, no sólo por su
pintura, sino por los retablos que en ella existen siendo de destacar el
principal, como también el tan exquisito de San Félix que por su preciosa
factura enclavamos en el siglo XVIII.
El
visitante no pude dejare de observar la calidad extraordinaria de las pinturas
murales catalogadas como bien de interés cultural. Una soberbia talla de un
ángel que nos hace pensar en La Roldana. Un
curiosísimo confesionario para sordomudos.
Como
en todas las colecciones, en la Iglesia de Santa María de Arcos no podían
faltar obras de segunda que al haber sido restauradas y puestas en valor dan
coherencia al conjunto: como es su apostolado, los lienzos de Santa Lucía y
Santa Bárbara; o la Salta Faz, que se halla colgada en la capilla del sagrario,
pintura con detalles zurbaranescos pero que ni su época ni su calidad pictórica
corresponden a este maestro.
La
Asunción de la Virgen es otro cuadro que el visitante de esta iglesia no espera
encontrar: de composición triangular tiene en su vértice central la cabeza de
la Virgen, que es la figura principal coronada por un “Rompimiento de Gloria” y rodeada por una aureola de angelitos.
Esta composición aunque muy teatral es una buena obra cuyo autor la ha
enriquecido con su técnica colorista.
Otro de los cuadros dignos de contemplación es un óleo sobre lienzo del
siglo XVIII. Una Inmaculada que no perteneciendo al prototipo de Pacheco no de
Murillo conserva los atributos de aquella época: muy rica en su ornamentación, profusamente
adornada, de composición compensada, es obra de una paleta también muy
colorista de delicadas pinceladas con toque de auténtico virtuosismo en el
tratamiento.
Esta
colección que se la ve colgada y restaurada con sumo cuidado, tiene que ser
obra de un aficionado o aficionados cuyo buen gusto e interés por el arte hacen
que el conjunto que se muestra en Santa María de Arcos sea de primera. Como
decíamos no falta de nada, poseyendo un apostolado que en muchas de nuestras iglesias y catedrales han
desaparecido no solo durante la desamortización sino en los años, 50, 60 y 70
en los que fueron expoliados, vendidos, etc, como también lo fueron los muebles
de sacristía y otros ornamentos sacros que reconocemos en las tiendas de los
anticuarios.
Es
por lo que la Iglesia de Santa María de Arcos nos satisface sobremanera porque
en ella se conservan todas estas obras de arte, patrimonio de la villa de
Arcos.
Felicidades
Arcos.
RAFAEL
LORENTE HERRERA
(Diario de Jerez – 6 Octubre 2001)
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