La devoción a las Nieves se
manifiesta en el pueblo desde su hallazgo allá abajo en terrenos de la Mina y
se incrementó y asentó fuertemente con los Mercedarios, a quienes se debe,
realmente, todo cuanto hoy supone en el alma del pueblo.
Contribuyó a ello, su gran fama de
milagrosa a la que en todos los apuros individuales y colectivos se acude con
fé, encontrando en Ella el gran consuelo y el remedio a sus preocupaciones y
problemas. La rogativas para lluvias y pestes eran frecuentes y los milagros se
citan constantemente. Cuando es llevada a Santa María, es el clero el que se
encarga de su cuidado y de mantener su devoción.
Los cultos aún se hacen, si cabe,
más esplendidos con el maravilloso escenario que la propia iglesia proporciona.
Pero observemos que hasta ahora no se ha hablado de Hermandad. Son los
Mercedarios primero y el Clero después,, los que se preocupan de su culto y
devoción. Este, el clero, desde que la recogió tras de la desamortización de
Mendizábal se vuelca, pero... ya a medida que avanza el siglo, disminuyo un
poco al acompañamiento que pudiéramos llamar oficial y aún el popular, pues,
entre que el número de clérigos no es ya tan numeroso como antaño, y que las órdenes
religiosas han desaparecido con aquella orden, y el pueblo, con la
industrialización, la tecnología y las nuevas tendencias sociales, se va
apartando de cuanto roce la religión, indiscutiblemente, la devoción se degrada
y decrece.
Pero no importa, el clero, apoyado
en las más destacadas familias de Arcos, que pronto se van haciendo
depositarias de su fervor y veneración, sigue haciendo los cultos apoteósicos.
Colocada en el gran sitial del
XVIII del Santísimo, de terciopelo rojo y oro con su gran corona y rayos de
plata, se le adorna con todo cuanto en el Tesoro de la Iglesia existe;
bandejas, azafates, misales, atriles, sacras, candelerías, unido a los
terciopelos, sedas, brocados y tisús de plata y oro; el gran número de
sacerdotes revestidos con los más ricos y antiquísimos vestuarios, el grandioso
órgano, la esplendida Capilla Musical y la locura del frenesí, manifestado en
el afán de dedicarlo todo a la excelsa madre, la Patrona, la Santísima Virgen
de las Nieves.
En "El Arcobricense" podemos leer las crónicas de estas
fiestas allá a finales y principios de siglo XX; se citan hasta diez
predicadores cada año, entre función y novena. La mayoría, canónigos,
profesores de seminarios, teólogos insignes, no faltando algunos más humildes,
como párrocos anteriores, o de los próximos pueblos, o sacerdotes, hijos de
Arcos. En fin, la flor y nata de los oradores sagrados de la época. Podríamos
dar la lista completa de algunos años y que recoge aquel seminario; no es
necesario; citaremos algunos, pues la lista sería interminable; El M.I. Sr. D.
Bartolomé Romero Gago, hijo de Arcos, Canónigo de la M.I. Iglesia catedral de
Sevilla y Fiscal General de la Archidiócesis, abogado y Prelado Domestico de
S.S.; el M.L. Ldo. Don Antonio Piña y García, Canónigo de la Santa Iglesia
Catedral de Oviedo; Don Victoriano Molina Pastoriza, Catedrático del Seminario
de Cádiz, gran erudito en historia y arte, que se ocupó constantemente de temas
arqueológicos de nuestro templo y fue el primero en escribir sobre las campanas
de Arcos. El Sr. D. Blas de Jesús Oliva, Capellán de la de San Fernando de
Sevilla; Don Manuel de los Reyes Ruiz, Capellán honorario de S.M. Don Juan
Francisco Muñiz y Pavón, Catedrático del Seminario de Sevilla y famoso
novelista; Don José Molina y Don Francisco Ruiz, Presbítero y Don Manuel Tarfán
y Olavarrieta, Arcipreste y Párroco de San Pedro. Y finalmente citaremos,
concretamente en el año 1.899 al Arzobispo Don Marcelo Spínola Maestro, que
estaba en Arcos en vista pastoral, celebrado Solemne Pontifical y predicando el Panegírico de la misma.
Podemos recordar la gran Capilla
Musical que desde siglos venía señalándose como singularísima, en la que
figuraba ya en tiempos recientes, como dirigentes, el Sr. Vázquez Piña, Don
Manuel Troncoso y el gran organista, Don Antonio García de Soria Espinosa, y ya en nuestros días, disuelta aquella, el
gran maestro y compositor y en este caso Director, Don Vicente Gómez Zarzuela,
Hermano Mayor Honorario Perpetuo de las Nieves, que organizó el gran coro
verdadera Schola Cantorum con las
muchísimas y buenas voces que en estos días interpretaban la Misa primera
Pontifical a tres voces y la de "Te
Deum Laudamus" ambas de Perossi, y en el novenario aquellas Solemnes
Salves, Ave Marías, Tantun Ergo, motetes, etc, muchas voces frutos de su
inspiración.
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