jueves, 5 de mayo de 2016

HOSPITAL DE LA MISERICORDIA DE ARCOS (1510)

Pese a que Hipólito Sancho asegura que el Hospital de la Misericordia de Arcos se fundó en 1490, Miguel Mancheño y Olivares, el mejor y más documentado historiador de Arcos de la Frontera, no llega a afirmar tal extremo. Hasta el momento, el único dato fiable acerca de la historia del primitivo Hospital de la Misericordia de Arcos de la Frontera lo aporta este último, quien basándose en una referencia indirecta de un documento de 1605 llega a la conclusión de que esta institución benéfica fue fundada por doña Beatriz Pacheco, marquesa consorte de Cádiz tras su matrimonio en 1470 con Rodrigo Ponce de León. Doña Beatriz murió en 1511, realizando un año antes una importante dotación económica para el hospital, de ahí que la fundación tenga que ser anterior a 1510.

En la actualidad, lo único que se conserva del primitivo Hospital de la Misericordia es la iglesia, cuya datación resulta un auténtico misterio. No obstante, un análisis del edificio permite dar unas fechas aproximadas de realización. El templo presenta dos partes claramente diferenciadas. Por un lado está la fachada y el cuerpo de la nave, que podrían haberse construido a finales del XV o principios del XVI, ya que siguen los modelos ornamentales de la arquitectura jerezana de esa época. La fachada presenta un vano adintelado rodeado por un alfiz que se encuentra bordeado de una banda de decoración vegetal y otra de caireles. El conjunto se encuentra bordeado por dos pilares de planta poligonal decorados con baquetones y pináculos que se adentran en el cuerpo superior, resuelto mediante un gran arco apuntado decorado con una banda de motivos vegetales en la arquivolta, que forma un tímpano que alberga una hornacina cubierta por un doselete. El piñón escalonado que remata la fachada parece obra posterior, quizás del mismo momento que la bóveda de cañón que cubre el cuerpo del edificio.


La única nave que tiene el templo se articula por sendas arcadas ciegas de tres arcos peraltados que apean en pilares de planta cuadrangular ochavados, cuya única decoración es una suerte de pie en el arranque del ochavo y una leve moldura en la línea de imposta. Este tipo de arcada parece una versión de las que forman el patio del castillo de Bornos, algo que ya fue señalado por García Peña.

La capilla mayor habría sido levantada en una segunda fase constructiva, posterior a la llegada masiva de canteros portugueses a la comarca. Se abre a la nave mediante un arco apuntado que presenta decoración vegetal en la línea de imposta. El espacio cuadrangular se halla cubierto por un único tramo de bóveda de crucería con terceletes de los que nacen, en unas claves secundarias, unos combados que van a morir juntos y descienden un pequeño trecho por el muro inmediato, al igual que en San Marcos de Jerez y en el Claustro Grande de la Cartuja de la Defensión, transformándose en una ménsula en forma de piña, motivo ornamental típico del repertorio tardogótico luso. Los nervios principales y los terceletes mueren en unos pilares de planta redondeada ubicados en las esquinas que recogen las líneas de fuerza transformándolas en baquetones y que se encuentran surcados desde el enjarje hasta el basamento por unas bandas helicoidales que les dan un aspecto de malla, muy similares a las la iglesia del monasterio de Belem en Lisboa y a las de la capilla del Rosario de Santa María de Arcos. Estas columnas ya fueron estudiadas por García Peña, quien las puso en relación con dos obras jerezanas como son las del patio del jerezano palacio de Ponce de León y las ventanas de la cabecera de la iglesia de San Mateo de la misma ciudad.

En el muro de la epístola se abre una hornacina resuelta por un arco rebajado que presenta en la línea de imposta unas figuras grotescas en las que se ha querido ver los retratos de doña Beatriz Pacheco y don Rodrigo Ponce de León (4), sin que parezcan ser más que motivos inspirados en los bestiarios medievales. Sirva de ejemplo el bufón con cuerpo de animal (supuestamente don Rodrigo) que también aparece en una de las portadas del castillo de Bornos, sin que nadie lo haya interpretado como un retrato de don Fadrique Enríquez de Ribera. Además, si tenemos en cuenta que la figura de Arcos está situada tras el ano de una vaca, que parece abanicarse el orificio, no creemos que quedase en muy buen lugar la figura del retratado, que a buen seguro hubiese montado en cólera al verse de esta guisa.

Por otro lado el supuesto retrato de Beatriz Pacheco, que aparece visitada por un ciervo que parece olisquearla, recuerda a algunas de las toscas figuras de las ménsulas del Claustro Grande de La Cartuja de Santa María de la Defensión, pues la burda cabeza aparece embuchada con dos cuernos de la abundancia, al igual que algunos de los querubines de este claustro.


En la pequeña y sofisticada iglesia del Hospital de la Misericordia encontramos de nuevo la búsqueda del prestigio ante la sociedad mediante la arquitectura. La poderosa casa ducal de Arcos, a la par que cumplía una importante función social al fundar un establecimiento en el que se recogiesen unos enfermos que hasta el momento se morían, literalmente, en la calle, reforzaba su buen nombre con un templo bien labrado y profusamente decorado. Con esto dejaban clara su solvencia económica, ya que en lugar de contratar a los anquilosados maestros locales, preferían buscar a otros que llegaban de otras tierras y traían nuevas ideas estéticas asociadas al lujo y el afán de renovación. 

Fuente: Diario de Jerez – 03.04.2016 – Manolo Romero Bejarano

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