La primera referencia concreta de una
Fiesta de Toros en Arcos, la brinda Mancheño: fue en 1594, el día de San
Miguel, frente a la Ermita San Sebastián. Continúan por el XVII, pero es en el
XVIII cuando de esas Fiestas Taurinas –rumbo y majeza inimitables- tenemos
puntuales noticias, bien celebrándose en la Plazoleta de las Aguas- -junio de
1720- por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de San Francisco, al objetos de
comprar una urna a la Virgen de la Piedad, o en la Plaza del castillo,
talanqueras de madera, el chiquero en la calle Escribanos, la Presidencia por
los balcones de la Torre del Castillo y de Santa Maria. con motivo del
parto de la Duquesa –1717- a lo largo de dos días consecutivos, se lidian 23
todos de 15 ganadero de Arcos (Colegio de la Cía. De Jesús, el duque, Lara,
Vargas, Valdespino, Prado, Mármol, Márquez, Adino, Bohórquez, Domínguez, Muño),
que cuestan 300 reales por toro. En 1728 –casamiento de Fernando VII- son 28 los
toros, y de ellos –algunos ya a 400 reales- de 12 ganaderos de la localidad:
Sierra, Espinosa, Valdespino, Ayllón de Lara,... Picarón Bela, Marchante, Rojas
(a cada uno, 44 pesos), a los toreadores, 54 pesos... Como detalle curioso, se
emplean 14 reales en medio azumbre de miel y 8 docenas de huevos para curar los
caballos. A fines del XVIII, existen dos ganaderas de campanillas: María Tomasa
Angulo, y sus famosos toros angueleños –tal los domina Fernando Villalón-
divisa verde y blanca, a cuyo nombre se corren en Madrid en mayo y junio de
1795, adquirida después por el Conde de la Patilla. Según Mancheño, origen de
la de Lesaca, así como de los de María Teresa descendían los del Barbero de
Utrera.
Junto a los angueleños y
espinosas, los de la Cía. De Jesús, Ledesman, Algarabejo, ya que con este nombre
(el de un cortijo del término, árabe, traducible por el sauce) aparecen en
algunos carteles. El Informe de Olavide –1769- señala 15 vacadas bravas, 4.900
cabezas y 230 toros a punto. El de Rivas –1806- apunta entre 150 a 750 toros.
Sangre angueleña heredan los Zapara –un toro del Pbro. Zapata mata al picador
Alonso Pérez- que ya, entonces, y tras el descalabro de las ganaderías bravas
por los franceses, (Mancheño calcula ramplaron ganado vacuno por un total de 33
millones de reales) constituyen, en diversos miembros de la familia, toradas de
fuste. De la misma sangre descienden los de los Moreno. Y están los toros de
los Hermanos Silva, Carreros, Tercero, Caballero, Camino, Peñalver, y de los
Arias de Saavedra, trapío de los condesos de Vistahermosa, la celebérrima de
los Núñez de Prado, Ildefonso, el Mayorazgo, y, luego, sus hermanas Concepción
y Teresa, divisa pajiza y blanca. Uno de sus toros castaños y ojos de perdiz,
tirabuzones, tomó 30 varas en 1867. más tarde, Felipe Salas, en San Andrés;
Fermín Bohórquez en Casablanca, etc... la profusión de ganaderías bravas
alimenta el gusanillo de una buena afición arraigada en Arcos desde muy
antiguo. A las Fiestas de Toros ya entrevistas, y desde las tres napoleónicas
que trataron de hacer y no llevaron a cabo por falta de público –que ni así nos
convencían- son multitud de corridas de muerte las que se celebran en el XIX,
en una plaza provisional, ante el Ayuntamiento. Y con toreros y toros de
categoría. Por ejemplo, Corréoslo, que dio que hablar. Mancheño, en sus
Crónicas Arcenses, recuerda haber visto a Manolo Cúchares, y al abuelo y al
padre de los Gallos. Y a Chicorro saltando a la garrocha. Así como una
becerrada de jóvenes locales en el patio del Castillo, en 1862, en la que él no
toreó, “aunque se desquitara en el campo”; atestigua también los festivales del
día de la Cruz y los toros de cuerda o del aleluya que corrían –a veces hasta
en número del cuatro- por las calles del pueblo. En 1896 se organiza una
Sociedad Taurina. Capeas con reses de D. Antonio Piña y D. Juan García.
Visita de el Bomba. Y en 1909.
Feria de San Miguel, inauguran la Plaza Veja de las Nieves, que sirve durante
más de 20 años. La pinta Francisco Prieto y filman allí escenas de Cirrito de
la Cruz, a. Pérez Lugín vino con los cineastas. Rafael Pérez Mayolín en su
inédito “Estudio Taurino de Arcos”, informa que en la Feria de san Miguel de
1908, sin terminar la Plaza, se dieron 3 novilladas por El Mosco. El primer
toro que salió de sus toriles fue Jaborneo, de Fernando Ruiz, ganadero local.
Luego, por su ruedo torearon de Amuedo a Juan Belmonte, tardes que eran unas
estampas de un pintoresquismo único. A la postre, medio se derrumbó. ¿Y por qué
no hacer una nueva, bien allí, o en lo que fuera Cerrillo del Espanto –lo
bautizaron de ese modo, porque decían que los franceses instalaron unos
cañones- donde existe una excavación muy a propósito y carretera, aparcamiento
y un paisaje – Arcos reflejándose en el río- que ya de por sí compensaría, y
con creces, la entrada? Que conste, que la idea no es nuestra, pero la
brindamos por si cuaja.
Entre los toreros a pie y a
caballo de Arcos, a la cabeza el caballista Pedro Yuste de la Torre, Pedro
Puyana Mayor en los carteles, cuya biografía pergeñara en La Lidia su
descendiente el Dr. Thebussem, a quien se la contó su padre “que era de Arcos”,
según cuenta en carta inédita a Mancheño. (La bisabuela del Dr. Thebussem,
Antonia Yuste, mujer de Francisco Pardo de Figueroa, era prima hermana de Pedro
Yuste). No veáis mejor jinete que el tal Pedro. Una tarde, en Ronda, anunciaron
picarían 8 toros negros con caballos blancos. Al cuarto toro no quedaba un
caballo blanco ni para el arrastre. Pedro Yuste se ofrece, entonces, a picar
los 4 todos que restan, montado en la jaquita blanca del hijo del Sr. Topete,
el empresario. Y mientras aquél llora, los pica y saca la jaca ilesa, sin una
gota de sangre. ¿Decidnos si esto no pide un romance a voces? Hay asimismo un
par de picadores, Pajuelo y Azuquita, y el errante aventurero el Peregrino,
vendedor de romances, barba y esclavinas. Un personaje de Ciro Bayo o de Cela
(A ex profeso dejamos a Pepe Ulloa El Gitano, más conocido por Tragabuches,
mataor, cantaor y bandolero; otra vida metida en coplas y romances de ciego de
los que vendía y cantaba El Peregrino. Nació en Arcos (1781) y aquí murió –ver
Cossío, Los Toros, y estudios de Manuel Pérez Regordán y Antonio Murciano).
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